viernes, 20 de abril de 2012

Dos cafés por aquí, cinco por allá

No paran de apretarnos las tuercas, y encima, nos ponen ejemplos tontos.

Dice un ministro que el copago sanitario sólo le va a suponer dos cafés al mes a los pensionistas. Pero no nos dicen que son dos cafés al mes del copago en los medicamentos, dos cafés del céntimo sanitario, diez cafés del I.B.I., tres cafés del impuesto de circulación, tres cafés del Canon de saneamiento, cinco cafés de la subida de la luz, siete cafés de la bajada de sueldo, tres cafés de........

Para justificar las subidas impositivas, nos ponen como ejemplo a los países del norte de Europa. Que si el copago en Alemania es de tanto, que si en Francia es de tanto, que si en Inglaterra es tanto. Y los sueldos ¿cómo son?. Ese ejemplo no nos le ponen. Nos hacen una reforma laboral para facilitar los despidos y las bajadas de sueldos. En éste caso ya no nos ponen el ejemplo del salario medio en Alemania, Francia o Inglaterra. Eso  ya no les interesa.



En Piélagos, encima volvemos a las macrocomidas. Hemos tenido una subida de impuestos estratosférica, como diría Mariano Rajoy, para seguir con los mismos vicios. 
En tiempos de crisis, no será mejor, en vez de subir tanto los impuestos, recortar gastos. Como ejemplo reciente tenemos la comida para los mayores de 80 años. A nuestros mayores se les va a obligar a pagar parte de los medicamentos, pero les damos una comida gratis. Con lo mal que lo están pasando ciertos vecinos del municipio, no sería mejor repartir el coste de la comida entre ellos.
Seguimos con las viejas costumbres a base se subir los impuestos. No hemos aprendido. Volvemos a cometer los mismos errores del pasado en aras de un puñado de votos.


La mayoría de la gente tiene el concepto de que los políticos son todos unos mentirosos, sin embargo, se vota al que más miente, como hemos visto recientemente. Uno prometía arreglar Cantabria en 100 días, el otro que no iba a subir los impuestos, ya que eso era un disparate (si lo hacia el contrario), que lo que había que hacer era bajarlos para crear empleo. Mintieron, pero fueron los más votados. Por lo tanto, el político miente para ser el más votado, sabiendo que la gente vota al que más miente, a pesar de saber también, que la gente piensa de ellos que son mentirosos por naturaleza. Conclusión, al político sincero le votarían pocas personas. Entonces, ¿qué es lo que falla?


Alfredo Rodríguez
Sec. del PRC de Piélagos